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  • Daniel Callejero

Wolf Warrior II: La película más taquillera de China

Actualizado: 17 ene 2019


Imagen de Pixabay

Wolf Warrior II es la película de mayor éxito en China. Llegó a 854 millones de dólares siendo el film con mayor recaudación en el país asiático del año 2017 y colándose en el quinto puesto en las listas de las producciones más taquilleras del mundo con un total de 870 millones. En Estados Unidos no llegó a 3 millones la recaudación. Por todos estos datos y como complemento al artículo anterior: China y Estados Unidos, una relación de cine, nos disponemos a analizar cómo es esta película. Cuidado porque puede haber spoilers para el que no haya visto la producción. Si tienes interés en verla está disponible en Netflix España.


El film dirigido, escrito y protagonizado por Jing Wu no deja de ser un típico producto de acción de los que Hollywood lleva toda su vida haciendo. Un soldado, Leng Feng, miembro de una unidad especial, conocida como Wolf Warrior, es detenido por matar a un civil que le provocó. Mientras está en la cárcel, su esposa, también militar, es asesinada por lo que a la salida está decidido a vengarse con la única pista de la bala que mató a su mujer. Esto le llevará a África y a una trama donde se mezclarán virus incurables, juegos de poder y cuestiones personales. A pesar del típico, y por momentos rocambolesco, argumento, la película tiene cierto interés, en especial la primera escena, un impresionante plano secuencia de 5 minutos que sigue el rescate del soldado a un barco asediado por piratas. Ese principio es atractivo y promete una mejor película de la que luego nos vamos a encontrar. Desde este momento ese recurso no volverá a ser utilizado volviéndose la dirección más normal, por momentos con cierta asepsia narrativa, y solo despertando en las numerosas escenas de acción que pueblan la película. Escenas en las que se agradece un menor uso de efectos especiales que en las producciones americanas. Todo es más físico, se puede intuir el uso de cables y las propias habilidades marciales del protagonista, y las peleas resultan más efectivas.


La violencia es una constante de la película, aunque no desentona ya que contribuye a aumentar la credibilidad a pesar de ser la sangre excesivamente digital y llegar a salpicar la pantalla por decisión del director, una herencia de ciertas producciones americanas. No es la única ya que durante toda la película se ve la influencia de Hollywood a la hora de diseñar el producto, con un guion funcional que sirva de vehículo para las set pieces que se enlazan. Al acabar la película y tras unos breves primeros créditos, una escena nos lleva a una sorpresa, la mujer está viva y secuestrada por terroristas. Al finalizar este epílogo, un cártel nos anuncia Wolf Warrior III, como si de una producción Marvel se tratara. La música corre a cargo de Joseph Trapanese, conocido por su labor en diversas producciones americanas y el antagonista es Frank Grillo, actor visto en dos entregas de La Purga o en Capitán América: Soldado de Invierno. Eso sumado a las partes habladas en inglés, los africanos y americanos conversan en ese idioma, puede dar la impresión de estar viendo un film occidental, pero nada más lejos de la realidad.


Imagen de Pixabay

Entonces, si todo es tan parecido, ¿por qué esta película logra alcanzar esas impresionantes cifras de recaudación en el país asiático? ¿Puede ser por orgullo nacional? ¿O por miedo a no apoyar las producciones locales? Pues por eso y más. El film tiene por momentos las diferencias con una producción occidental que ahora pasamos a relatar. Toda la película está recorrida por un sentimiento patriótico chino que llega al extremo de terminar con la imagen de un pasaporte con la leyenda de que todos los ciudadanos chinos en el extranjero se pueden sentir seguros gracias a la protección de su país, un final de panfleto. Además de eso, las banderas, la valentía y la superioridad del ejército asiático son loadas a lo largo del visionado pudiendo llegar a cargar en algún momento, más sabiendo la escasa libertad de China. La religión también juega un papel importante ya que al final una canción religiosa, curiosamente cantada en inglés y de carácter góspel, les da fuerzas a los protagonistas en un montaje paralelo cuando todo parece perdido. Además, la moral se cuela también en momentos como los que el protagonista tira el porno que le ofrece un niño africano y le reprende por ello. En lo puramente cinematográfico, la película está salpimentada con notas de humor que para el espectador occidental pueden resultar chocantes, como esa mujer africana que ataca a los malos con neumáticos o botellas y que todo el rato abraza al protagonista por salvarla de los antagonistas.


También, aunque puede ser solo una percepción, hay diálogos casi metalingüísticos, como cuando el protagonista chino le dice al antagonista americano que los tiempos en los que él vencía siempre, se han acabado después de que él le dijera que siempre sería inferior y que se acostumbrara. Este diálogo quizá es en referencia a la superioridad taquillera de antaño de los filmes hollywoodienses, que ahora se ven superados por las producciones chinas. Otros momentos como el partido de fútbol, personajes como el sicario demasiado tonto o las expresiones de algunos secundarios pueden llevar al espectador menos habituado a este tipo de propuestas a plantearse si lo que está viendo va en serio. Esta constante también aparece en otras producciones chinas como Las Sirenas de Stephen Chow, la película más taquillera el año anterior a Wolf Warrior II, donde una escena dramática era interrumpida por bromas escatológicas.


Además, a pesar de ser una producción cara, 30 millones de presupuesto, para el país asiático, algunas tomas de los portaviones están sacadas claramente de documentales sobre el ejército chino y se puede observar que no disponen de todo el dinero del mundo como en alguna película americana ya que los efectos digitales que aparecen cantan bastante. Esos drones, esas balas se ven que no son reales, más de lo que debería notarse. Por otro lado, también cuentan con ventajas ya que los tanques del final se ven mucho más realistas que en otras producciones debido a que seguramente al ser difusas las fronteras entre lo público y lo privado en China, serían prestados por algún organismo militar para la filmación de la película y la verdad que verlos en acción resulta impresionante.


En definitiva, una película que no aburre en sus dos horas de metraje, con buenas escenas de acción pero que puede no resultar todo lo satisfactoria que debería por un guion simple y un sentido de lo patriótico, unas lecciones morales. Lecciones que además viniendo de China pueden cabrear al espectador.



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