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  • Foto del escritorMaría Gascón

Manteniendo a flote el calzado de Illueca

Actualizado: 19 ene 2019

En la Comarca del Aranda la industria del calzado lleva en marcha más de seis décadas, y pese a la buena calidad del producto, ha decaído a un ritmo acelerado en los últimos años. Aun con todo, quedan personas que siguen con su trabajo de toda la vida.


Un ejemplo de ello es Florencio Gaspar, que empezó a dedicarse a los zapatos cuando era niño. Con solo 14 años le hicieron un contrato en la empresa en la que trabajaba su madre por aquel entonces. Cuando creció se fue a la mili y al volver tenía claro que quería montar su propia empresa. A día de hoy eso se ha convertido en una realidad. Explica que su trabajo consiste en: “justo después de que se ha guarnecido el zapato, yo le pongo todos los apliques metálicos, punteras…”. En otras palabras, se encarga de poner los distintos accesorios que cada modelo de calzado necesita.


Zapato al que se le estaban poniendo ojetes (las pequeñas piezas metálicas que se ven en la imagen) / María Gascón

Al llevar tanto tiempo en la industria, ha experimentado el cambio que ha sufrido este sector en los últimos años. “En lo que más ha cambiado es en la falta de trabajo, en el descenso de número de pares”, afirma y continúa: “antes se llegaba a trabajar los doce meses del año. Ahora unos siete u ocho, y más afortunado diez”. Esto se debe a que antes las campañas eran más fuertes porque había mucha producción y, por tanto, el trabajo era más intenso. Ahora, cuenta Florencio: “son campañas más lentas, con menos volumen de trabajo y menos meses de producción”.


Esta realidad también se ha visto reflejada en el número de puestos de trabajo que se han perdido en otra de las empresas del pueblo. Según cuenta la gerente M.C.G., en su fábrica en 2010 contaban con 80 empleados y ahora esta cifra se ha reducido a la mitad.


Florencio Gaspar trabajando en su taller / María Gascón

Pero, ¿afectan las nuevas tendencias de moda a su empresa? Florencio dice: “las modas nos van bien porque siempre puede caer alguna nota grande (un pedido cuantioso de pares de zapatos) que fabrican aquí en la zona. Las cosas de moda suelen ir rápidas”.


¿Y la deslocalización de las empresas cómo influye? De nuevo, afirma: “durante la programación de la campaña todo se deriva a otros sitios con menor coste de fabricación”. Esta es una de las principales razones por las que han cerrado la gran mayoría de empresas de Illueca, porque todo su trabajo se ha ido a países como Rumanía, China o India. Puede que en estos lugares salga más barato producir, pero la calidad del producto es mucho más baja.


Notas de fabricación / María Gascón

En Illueca se fabrica un zapato de alta calidad, como viene haciéndose desde antaño, dándole valor a la "marca España". Respecto a la empresa de M.C.G., se preparan un 60% de los pedidos para territorio nacional y un 40% para exportar a Francia. Las notas de fabricación -la cantidad de pares que se pide de un modelo- para exportación suelen ser más cuantiosas, rondan los 1.600 o 1.800 pares. En España, al ser notas para pequeños comercios, los pares que se venden por pedido van de los 10 a los 100, aunque la cifra se va reduciendo a causa de la crisis que afecta a las pymes.


Florencio en su taller / María Gascón

Florencio Gaspar, y su hermana son propietarios de un taller auxiliar, es decir, trabajan sobre los pares de zapatos que hacen en otras fábricas del pueblo. Cuando les llegan los pedidos, les ponen los accesorios necesarios, y una vez acabado este proceso, los vuelven a enviar a la fábrica correspondiente para que acaben el calzado. Entonces, si una fábrica del municipio cierra, ¿cómo les afecta?. Florencio dice que cuando una empresa cierra se pierden entre 20 y 30 puestos de trabajo. Además, los talleres auxiliares tienen una empresa menos para la que poder trabajar, por lo que disminuye el volumen de trabajo de los mismos. Por ello, cabe destacar el mérito de los empresarios del pueblo que hoy en día siguen intentando vender su producto, a pesar de la dificultad de hacerse un hueco en un mercado tan competitivo como el del calzado.


Pese a este situación, se mantienen a flote, apostando por la gente de la zona e intentando crear nuevos empleos. Por lo que, esto, es un ejemplo de que los trabajadores no paran de luchar por mantener lo que ha sido, desde siempre, fuente de vida del pueblo: el calzado.


Si te ha gustado este artículo, te recomendamos: La decaída de la industria del calzado en Illueca


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